



La realidad es que ver la Jean Bouin a la vuelta de la esquina me ha hecho abandonar la zona de base y me he liado la manta a la cabeza deseoso de ver los ritmos en el garmin. En fin, tocará echarle algo de frialdad al asunto y calmar las aguas so pena de sucumbir a la aleatoriedad de las lesiones, pero es que hay veces que uno no puede controlarse y deja fluir lo primero que se le ocurre. Para mi tienen preferencia las sensaciones o las ganas de hacer algo que encorsetar mis entrenos a un plan premeditado. Priorizo la motivación puntual y cortoplazista a pesar de que pueda tener consecuencias a largo plazo. Pues eso, si siempre he quemado los manuales tampoco voy a ponerme ahora a crear una biblioteca, o sea que a ser fiel a uno mismo y a sus principios que, aunque seguramente equivocados, almenos míos son, de autor y genuinos.
Me fijo últimamente en la técnica de carrera, algo que con frecuencia se olvida y se hace de natural aunque pueda haber puntos de mejora. Ya ayer pensaba sobretodo en la parte posterior de la zancada. Normalmente reparamos en subir las rodillas y olvidamos el movimiento posterior. Subir los talones en la parte trasera de la zancada nos puede ayudar a conseguir una zancada más amplia sin necesidad de un esfuerzo mayor. Sin darnos cuenta en tramos favorables una forma de alargar es intentar llegar con el talón al culo. La pisada igualmente con el talón en el primer impacto para el impulso. Seguramente el movimiento de brazos ejerce su influencia. Relajar las extremidades superiores dibujando un movimiento paralelo sin cruzarse, bajando las caderas en los tramos de fuerte descenso o acortando la zancada en subidas pronunciadas subiendo las rodillas ... sea como fuere unas pinceladas caseras a la técnica de carrera, a mi técnica sea buena o mala. Seguramente con algún kilo menos de peso algo se mejoraría también...
En esas estoy, con un peso estabilizado pero siguiendo fiel a las pautas dietéticas. Sustituyendo el hierro por el cacao o la vitamina C por el zumo de naranja. La proteína de Guissona por el compuesto farmacéutico y, mientras pueda, sin acudir al boticario. Socio de honor de la tienda de fruta y verdura de la esquina eligiendo cada una de las piezas que me acompañan con su composición vitamínica. Y el agua, esa olvidada pero compañera fiel en cada momento ya sea en su incoloro natural o can sales minerales. Y el vino, transportador de globulos rojos bebido en su justa medida. Y los cereales, esos simpáticos empaquetados víctimas del marketing directo con formas y colores diversos. Y esa leche de soja que me agrió las mañanas en nuestros primeros encuentros y que ahora es tambien compañera y amiga. Y por qué no, rendido a ese bizcocho casero que yo mismo horneo y que tengo que degustar de vez en cuando. Y los acascarados que fácilmente se mezclan con calabazín, champiñoes o gambas. Y esos frutos del mar ya sean asalvajados o de caladeros enredados, de carne blanca, roja o en forma de calamar...y algún que otro café que ahora ya no corto ...
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